Fuente de Motolinía, evocar el origen

*En 1921, en el Centenario de la Consumación de la Independencia, la fuente fue donada por la Colonia Española de Puebla en honor a Toribio de Benavente, fundador de la ciudad de Puebla

Carolina Miranda

Puebla, Pue.-  Un majestuoso azul turquesa se abre paso entre decenas de árboles y en medio del ir y venir de estudiantes, oficinistas y transeúntes que corren para llegar a la estación de Ruta Puebla.

La Fuente de Motolinía, un vestigio de historia casi olvidado por los poblanos, fue construida en honor a Toribio de Benavente, fundador de la ciudad de Puebla y quien era conocido entre los indígenas como Motolinía. El misionero franciscano con un propósito en la Nueva España: evangelizar a los indígenas.

Y su labor se ve reflejada en las cuatro columnas de piedra con arcángeles tallados en cada una enmarcan la fuente, en cuyo centro un acabado blanco donde se observan dos franciscanos sosteniendo un pergamino frente a varios indígenas que cargan una cruz. Los volcanes humeantes de fondo y testigos.

El marco de la imagen se encuentra sostenida por dos leones que tocan un globo terráqueo con la pata. Un águila con una serpiente en el pico y del otro lado la corona española, ambas convergen para representar a nuestras raíces, indígenas, españolas y criollas.

En lo más alto de la fuente se encuentra el “Acta Puebla” en un hermoso azulejo que tiene vista hacía la Avenida Juárez, una de las más emblemáticas .

Frente al Conservatorio de Música del Estado en el Paseo Bravo, se encuentra la construcción que exalta -dice la historia- al hombre que le dio dignidad a los indígenas en la colonización española en la capital poblana.

Toribio de Benavente pensaba que la colonización debía ser lo más respetuosa y pacífica posible, por lo que no hacía uso de la fuerza y daba un trato digno a los nativos, inclusive aprendió náhuatl, pero no como un instrumento para lograr su objetivo, sino por el simple gusto de la lengua.

Su leyenda dice que su nobleza le trajo problemas con aquellos que querían apropiarse de las tierras o cobrar el “diezmo” a los oriundos , por lo que los últimos 40 años de su vida fue un fugitivo, buscado por la corona española que le puso un precio a su cabeza.

Nada lo detuvo para seguir profesando su fe en Puebla. Y cuenta la leyenda que a pesar de que ya se encontraba muy enfermo, el 9 de agosto de 1569 ofició su última misa sin ayuda de nadie y murió al final de la homilía.

Ya en 1921, en el Centenario de la Consumación de la Independencia, la fuente fue donada por la Colonia Española de Puebla. No es una construcción común como las de la época colonial, aunque la pintura turquesa de su interior engaña al ojo humano y crea aguas cristalinas que dan una sensación de paz y fervor a quien la note en su andar, la construcción de piedra es imponente.

La obra es creación del experimentado artesano en cantera Jesús Corro Soriano, quién también tiene en su haber el escudo de la nación en el Palacio Municipal en el exterior del Salón de Cabildos.

Automovilistas que circulan por la zona no desaprovechan la oportunidad de admirar esta fuente circular que hace juego con el azul del cielo; aunque en vehículo es imposible ver un tesoro escondido:

En la parte posterior se encuentra una postal plasmada en azulejo y ladrillo de Cristóbal Colón con “La Niña”, “La Pinta” y la “Santa María”, las tres carabelas que usó en su primer viaje a América en 1492. El navegante y colonizador se encuentra hincado con un estandarte de la Corona Española, mientras que a sus espaldas está su flota y los encargados de instaurar la Nueva España.

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